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Everett Álvarez Jr. habla a un público de más de 100
By Joslyn Rosado
     El Museo de Aviación Naval (Naval Aviation Museum) en Pensacola se llenó de más de 100 personas según el previo Comandante Naval Everett Alvarez Jr., Mexicano, hablaba sobre su captura y estancia en el Norte de Vietnam. El fue el primer prisionero durante la Guerra de Vietnam y fue detenido como prisionero por más de ocho años.
     Estuvo parado frente a personas de todas las edades en una sección de museo donde no cabían más y con aviónes en el fondo. Dos televisores mostraban en pantalla ilustraciones de las privaciónes de la cual el sufría durante su captura.
     “Hace cincuenta un años que entre por esos portones, recién había hecho mi juramento al servicio militar,” dijo Álvarez.
     Álvarez estuvo en la segunda jornada del USS Constellation cuando desaparecieron dos aviónes, el fue herido y capturado por los Vietnameses.
     “Fui tomado como prisionero inmediatamente,” dijo Álvarez. “Algunas de las celdas eran tan pequeñas que solo median 7 pies por 7 pies. Tres pasos para adelante y tres para de tras.”
     La celda era para dos personas y los mantenían en la celda todo el día, todos los días. Solo recibían dos comidas al día la cual causo la perdida de mucho peso. Durante los meses del verano se les daba caldo y arroz, y en el invierno vegetales llamados verduras de alcantarillas con arroz o pan.
     Como la higiene en la prisión no era de lo mejor, enfermedades se contagiaban rápidamente. Les daban vacunas para combatir las enfermedades contagiosas. “Usualmente terminábamos peor después de esas vacunas,” dijo Álvarez. “Teníamos que cuidarnos unos al otro muchas de las veces.”
     Álvarez habló sobre la importancia de la comunicación para el y los otros POW’s (prisioneros de guerra, signas en ingles)
     “Al vivir en celdas, era muy importante mantener comunicación, para mantenernos juntos  como una unidad,” dijo Álvarez. “Nosotros golpeábamos ligeramente a través de las paredes. Era lo que nos ayudaba continuar. Podías oír los golpecitos a través de las paredes. Golpeé por años y ni siquiera supe quienes eran.”
     “Era la base del vinculo que creció,” dijo Álvarez. “Nunca dejamos que nos hicieran parar de hacerlo.”
     El regreso a casa en el 1973, ocho años y medio después de haber sido derivado y capturado. Después de contar su historia, tomó preguntas de parte de la audiencia y firmó copias de su libro, “Chained Eagle”.

Everett Alvarez Jr. speaks to crowd of more than 100
Por Joslyn Rosado
Everett Alvarez     The Naval Aviation Museum in Pensacola was packed with more than 100 people as former Navy Commander Everett Alvarez Jr., Mexican, spoke about his capture and time in North Vietnam. He was the first prisoner of war during the Vietnam War and was held prisoner for more than eight years.
     He stood in front of people of all ages with standing room only in a section of the museum with planes behind him. He had two TV screens next to him showing illustrations of the hardships he experienced while captured.
     “51 years ago I came in those gates and had just been sworn in,” Alvarez said.
     Alvarez was on the second voyage of the USS Constellation when they lost two airplanes and he was hit and captured by the Vietnamese.
     “I was taken prisoner right away,” Alvarez said. “Some of the cells were as small as 7 feet by 7 feet. Three paces back and forth.”
     There would be two people to a cell and they were kept in the cells all day, every day. They were given only two meals a day which caused them to lose a lot of weight. During the summer months, they were given broth and rice and during the winter months, they were given vegetables called sewer greens and rice or bread.
     Since sanitation in the prison wasn’t the best, diseases went around quickly. They were given vaccinations to fight the diseases.
     “Usually we were worse off after these vaccinations,” Alvarez said. “We wound up taking care of each other a lot.”
     Alvarez spoke about the importance of communication to him and the other POWs.
     “Living in the cells, it was really important to maintain communication, to keep yourselves together as a unit” Alvarez said. “We would tap through the walls. This is what kept us going. You could hear tapping through the walls. I tapped for years and I never knew what they looked like.”
     “It was the basis of the bond that grew,” Alvarez said. “We would never let them stop us from what we were doing.”
     He returned home in 1973, eight and a half years after being shot down and captured. After telling his story, he took questions from the audience and signed copies of his book, “Chained Eagle.”