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El Trabajo de Martín Ramírez Honrado en Sellos Postales de Primera Clase: Ilustraciones Creadas Mientras Ramírez era Institucionalizado
Ciudad de Nueva York—El Servicio Postal de Estados Unidos honrará la obra del artista mexicano Martín Ramírez mañana colocando cinco de sus más de 450 dibujos y collages dinámicos en edición limitada en sellos postales de primera clase. La ceremonia de dedicación del primer día de emisión de sello (The First-Day-of-Issue) tuvo lugar el jueves 26 de marzo, a las 6 pm en el Ricco/Maresca Gallery en la ciudad de New York.
     Aunque limitado a hospitales psiquiátricos durante más de 30 años, Ramírez trascendió de su propia situación para crear un mundo extraordinariamente visualizado libre de las limitaciones de fronteras o el tiempo mismo. Caracterizado por líneas que se repiten, motivos idiosincráticos y perspectiva audaz, el arte de Ramírez combina los paisajes emocionales y físicos de su vida en México con la cultura popular moderna de los Estados Unidos. Aunque trabajó la mayor parte de su vida fuera del mundo del arte, Ramírez es reconocido hoy como uno de los grandes artistas del siglo 20. Nació en 1895 en una comunidad rural de Guadalajara, y murió en 1963.

Origen de Ramírez
Ramírez y su familia eran dueños de un pequeño rancho y eran católicos devotos, dos referencias culturales que más tarde tendrían un lugar destacado en su arte. A principios de la década de 1920, Ramírez había establecido su propia pequeña propiedad rural y formado una familia, pero la vida ranchera era difícil y el dinero escaseaba. En 1925, salió de México a Estados Unidos, donde, al igual que otros trabajadores migrantes en el momento, trabajó en las minas y en el ferrocarril.
     La propiedad de Ramírez fue destruida en una guerra regional sólo dos años después de que él saliera de México, y el conflicto le impidió regresar a casa con su esposa y sus hijos. Unos años más tarde, perdió su trabajo como consecuencia de la Gran Depresión. Decenas de miles de trabajadores migrantes mexicanos fueron deportados de California durante este período, pero Ramírez no estaba entre ellos. Emocionalmente molesto y en malas condiciones físicas, fue detenido por la policía en 1931. Al no poder o no querer comunicarse, fue internado en un hospital psiquiátrico en el norte de California.

Diagnóstico de Esquizofrenia Catatónica
Después de varios meses en observación, y sin la ayuda de un intérprete, Ramírez fue diagnosticado con esquizofrenia catatónica. Durante la evaluación clínica se limitó a repetir que él no hablaba inglés.

Su Arte
Después de salir de un hospital psiquiátrico, Ramírez comenzó a dibujar obsesivamente. Trabajó en cuclillas en el suelo sobre enormes hojas de papel que el construyó a base de papeles desechados,  paquetes de cigarrillos y vasos de papel pegados con un pegamento que  él mismo preparó. Sus materiales artísticos habituales incluían lápices, crayones, betún, jugo rojo extraído de las frutas, y el carbón de cerillas usadas.
     A veces utilizaba un depresor de lengua en forma de regla. También recortaba imágenes de revistas, que ocasionalmente añadía a sus dibujos. A pesar de la escasez de materiales, sus obras varían en tamaño de dos pies a más de 20 pies de largo. Para evaluar estas piezas a gran escala, el exponía los pergaminos en el suelo y se subía a una mesa para observarlos bien.
     Una de las primeras características que la mayoría de los espectadores nota sobre la obra de Ramírez son las líneas. Repetitivo e hipnótico, las líneas definen el espacio y el tiempo sin constricción entre ellos. No sólo las líneas llevan a los espectadores a través de todo el plano narrativo y dan profundidad a las imágenes de Ramírez, sino que también atraen a los espectadores a un mundo idealizado donde las carreteras atestadas y los ferrocarriles que Ramírez ayudó a construir conducen directamente a los pueblos, iglesias, y el campo rural de México  - y viceversa.
     Lleno de escenas nostálgicas de su vida en México, los dibujos de Ramírez  muestran un equilibrio entre tradición y modernidad,  entre lo figurativo y lo abstracto. Al igual que con su uso de líneas, Ramírez repitió un pequeño pero refinado vocabulario de motivos en dibujo tras dibujo. Uno de sus motivos más frecuentes era el jinete a caballo o horseback rider. Casi tan comunes son los trenes y túneles, que llegaron a dominar sus obras posteriormente, entre ellos un pergamino de casi 20 metros de largo de1963. Otras imágenes favoritas incluyen paisajes, edificios, iglesias, vírgenes y fauna del desierto. A pesar de que utilizo estos motivos una y otra vez por 30 años, Ramírez alteró los detalles en cada uno de sus dibujos para crear una enorme variedad. El contenido de su trabajo sugiere que el dibujo era un medio fundamental para la preservación de la memoria y la identidad, y para dar sentido y orden al mundo a su alrededor.

     El interés público y crítico en el arte de Ramírez comenzó a principios de 1950, cuando un número de visitantes al hospital, entre ellos el Dr. Tarmo Pasto, profesor de psicología y arte en la Universidad Estatal de California, reconoció el valor único de las ilustraciones de Ramírez. Durante las siguientes dos décadas, Pasto y otros suministraron a Ramírez con materiales de arte, preservaron sus dibujos, y ayudaron a organizar exposiciones públicas, incluyendo espectáculos en el Museo Young Memorial (Young Memorial Museum) y otros museos en el norte de California.

Su Trabajo se Muestra de Forma Anónima
Supuestamente debido a las leyes de California aplicables a las personas institucionalizadas, la obra de Ramírez se mostró de forma anónima durante su vida, y su nombre se mantuvo prácticamente desconocido en la década siguiente a su muerte en 1963. Sin embargo, a mediados de la década de 1970, sus dibujos estaban siendo expuestos a un público mucho más amplio. "El trabajo de Ramírez anticipa muchas tendencias contemporáneas, a la vez que inconscientemente hace eco en estilos anteriores", escribió un crítico de "Chicago Tribune". "El uso convincente de espacio, la recreación poética de formas y vitalidad extraordinaria gritan para llamar la atención."
     En 1985, se celebró una retrospectiva de dibujos de Ramírez en Filadelfia antes de recorrer los EE.UU. y luego viajar a Canadá y México. Diez años más tarde, los curadores del Museo Guggenheim de la ciudad de New York descubrieron diez dibujos previamente desconocidos que el museo había tenido desde 1950. En 2007, una muestra retrospectiva en el Museo de Arte Popular Americana (American Folk Art Museum) nombró a Ramírez como uno de los grandes artistas del siglo 20. Al año siguiente, y con gran éxito, el mismo museo exhibió algunos de los más de 140 dibujos de Ramírez los cuales fueron descubiertos en un garaje de California. En 2010, la exposición de New York fue copiada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el museo más destacado de arte contemporáneo en España. En el mismo año, uno de los dibujos de Ramírez fue adquirido por el Museo de Arte Moderno de la ciudad de New York para su colección permanente

 

Martin Ramírez’s Work Honored on Forever Stamps: Artwork Created While Ramirez Was Institutionalized
Martin Ramirez Artist

New York City—The U.S. Postal Service will honor the work of Mexican artist Martín Ramírez tomorrow by placing five of his more than 450 dynamic drawings and collages on Limited Edition Forever stamps. The First-Day-of-Issue stamp dedication ceremony took place Thurs., March 26, at 6 p.m. at the Ricco/Maresca Gallery in New York City.
     Although confined to psychiatric hospitals for more than 30 years, Ramírez transcended his own situation to create a remarkably visualized world free from the constraints of borders or time itself. Characterized by repeating lines, idiosyncratic motifs, and daring perspective, Ramírez’s art blends the emotional and physical landscapes of his life in Mexico with the modern popular culture of the United States. Although he worked mostly outside the art world in his lifetime, Ramírez is recognized today as one of the great artists of the 20th century. He was born in 1895 in a rural community in Guadalajara, and died in 1963.

Ramírez’s Origin
Ramírez and his family owned a small ranch and were devout Catholics, two cultural references that would later figure prominently in his art. By the early 1920s, Ramírez had set up his own small rural property and started a family, but ranchero life was difficult and money scarce. In 1925, he left Mexico for the United States, where, like other migrant workers at the time, he worked in mines and on the railroad.
     Ramírez’s property was destroyed in a regional war just two years after he left Mexico, and the conflict prevented him from returning home to his wife and children. A few years later, he lost his job as a result of the Great Depression. Tens of thousands of Mexican migrant workers were deported from California during this period, but Ramírez was not among them. Emotionally upset and in poor physical condition, he was detained by police in 1931. Unable or unwilling to communicate, he was committed to a psychiatric hospital in northern California.

Catatonic Schizophrenia Diagnosis
After several months under observation, and without the aid of an interpreter, Ramírez was diagnosed with catatonic schizophrenia. During the clinical evaluation he limited himself to repeating that he did not speak English. 

His Art
After leaving a psychiatric hospital, Ramírez began to draw obsessively. He worked crouched on the floor over enormous sheets of paper that he constructed out of discarded papers, cigarette packaging, and paper cups glued together with a paste he made himself. His usual art materials included pencils, crayons, shoe polish, red juice extracted from fruits, and the charcoal from used matchsticks.
     Sometimes he used a tongue depressor as a straightedge. He also clipped images from magazines, which he occasionally added to his drawings. In spite of the shortage of materials, his works range in size from two feet to more than 20 feet long. To evaluate such large-scale pieces, he would lay out the scrolls on the floor and climb on a table to get a good look.
     One of the first characteristics most viewers notice about Ramírez’s work are the lines. Repetitive and hypnotic, the lines define both space and time without constricting them. Not only do the lines carry viewers across the narrative plane and give depth to Ramírez’s images, but they also draw viewers into an idealized world where overcrowded highways and the railroads that Ramírez helped build lead directly to the towns, churches, and countryside of rural Mexico — and back again.
     Filled with nostalgic scenes of his life in Mexico, Ramírez's drawings balance tradition and modernity, the figurative and the abstract. As with his use of lines, Ramírez repeated a small but refined vocabulary of motifs in drawing after drawing. One of his most frequent motifs was the horseback rider, or jinete. Nearly as common are trains and tunnels, which came to dominate his later work, including one scroll nearly 20 feet long from 1963. Other favorite images include landscapes, buildings, churches, Madonnas and desert wildlife. Although he used these motifs again and again for 30 years, Ramírez altered the details in each of his drawings to create enormous variety. The content of his work suggests that drawing was a prime means for preserving memory and identity, and for giving sense and order to the world around him.
     Critical and public interest in Ramírez’s art began in the early 1950s, when a number of visitors to the hospital, including Dr. Tarmo Pasto, a professor of psychology and art at California State University, recognized the unique value of Ramírez's artwork. For the next two decades, Pasto and others supplied Ramírez with art-making materials, preserved his drawings, and helped organize public exhibitions, including shows at the de Young Memorial Museum and other museums in Northern California.

His Work Shown Anonymously
Purportedly because of the California laws applicable to institutionalized persons, Ramírez’s work was shown anonymously during his lifetime, and his name remained virtually unknown in the decade following his death in 1963. By the mid-1970s, however, his drawings were being exhibited to a much wider audience. “Ramírez’s work anticipates many contemporary trends, while unconsciously echoing earlier styles,” wrote one “Chicago Tribune” reviewer. “The compelling use of space, poetic re-creation of forms, and extraordinary vitality all scream for attention.”
     In 1985, a retrospective of Ramírez’s drawings was held in Philadelphia before touring the U.S. and then traveling to Canada and Mexico. Ten years later, curators at the Guggenheim Museum in New York City discovered ten previously unknown drawings that had been held by the museum since the 1950s. In 2007, a retrospective show at the American Folk Art Museum established Ramírez as one of the great artists of the 20th century. The following year and to wide acclaim, the same museum exhibited some of the more than 140 drawings by Ramírez discovered in a California garage. In 2010, the New York exhibit was replicated by the Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía in Madrid, the foremost contemporary art museum in Spain. In the same year, one of Ramírez's drawings was acquired by the Museum of Modern Art in New York City for its permanent collection.